Después
de tantas tormentas
hemos llegado por fin a puerto seguro.
Soy el
faro que alumbra tu camino,
Tú, el velero que navega
suavemente,
dulcemente
por el
mar de mis entrañas…
Te desgranas entre mis manos como rosas de arena seca,
Tú infinita locura, que persistes en mi memoria y no me olvidas,
Latente, esperas paciente el momento adecuado para salir de entre las sombras,
Y vas dibujando con tela de araña castillos de plata
Para tenerme encerrada entre sus férreas murallas.
Si cierro los ojos te siento palpitar, punzones de oro que penetran mi piel,
Despacio, implacable, te acercas, me acechas…
Por más que corra siempre estarás cerca,
Con tu sonrisa irónica, esperando el momento adecuado para saltar sobre mi conciencia,
Lengua de hielo que lame mi nuca, saboreando el miedo de mi despertar,
Esperas paciente la hora adecuada, para arrebatarme el aliento,
Tan cruel y veraz como la vida misma.