martes, 29 de abril de 2008

A Don Enrique Alcaraz, donde quiera que esté

Cuando sus ojos se apaguen
Y su pluma se seque,
su voz seguirá resonando en mi mente,
Allá donde vaya,
Siempre estará usted,
Sus palabras, sus enseñanzas,
Pues para mí fue más que un profesor,
Esa persona que me enseñó a valorar la vida,
Y el amor.
Y gracias a usted, señor,
Gozo del afecto de un hombre
Que me hace reír cada día,
Y con el que en breve me casaré,
Tal y como usted me aconsejó.

“Christine, si alguna vez te has de casar,
Hazlo con alguien que te haga reír cada día”…

Me queda el recuerdo de su voz,
Los apuntes que me dictó,
Y sus libros, posando orgullosos sobre mis estanterías.
Allá donde vaya, ellos irán conmigo,
Y con cada lectura descubriré un nuevo matiz,
Un nuevo significado referencial
Pues la vida es el transcurrir del tiempo,
Y la interconexión de nuevos matices.

Siempre en mis recuerdos,
Christine