Llevo un tiempo dedicándome en cuerpo y alma a escribir sobre el placer sexual a través de mis poemas, y siento que necesito explorar otras áreas y materias. Voy a intentar introducirme en los avismos de la mente humana, y tal vez esta influencia se deba a la reciente lectura de la magníficica novela La Soledad de los Números Primos de Paolo Giordano. Voy a empezar por hablar de la bulimia, una enfermedad que afecta a muchos jóvenes y de la que es muy difícil escapar sin ayuda. Sé que este tipo de lectura no resulta tan placentera y entretenida, pero es igualmente interesante. Cualquier comentario será bienvenido.
Degustaba con ávido placer el regusto amargo de su vómito. Cada día después de comer Rosa realizaba las mismas acciones: se levantaba sigilosamente de la mesa, y con paso firme y decidido se introducía en el baño. Sacaba la libretita de su bolsillo izquierdo y miraba con detenimiento la anotación que había realizado apenas media hora antes: 530 gramos de pechuga de pollo a la plancha y 203 gramos de patatas asadas. Contrastaba sus anotaciones con la báscula, y luego se dirigía al frío agujero ciclópeo que la observaba con un brillo bizarro y un olor a pino sintético. Se inclinaba sobre aquel orificio y se introducía los dedos índice y anular por la boca hasta tocar la campanilla, que al notar el leve traqueteo de las yemas de sus dedos y como si de un resorte mágico se tratara daba paso a las arcadas que le ayudarían a purificar su organismo. Con los ojos empañados y paladeando el sabor amargo de la victoria tiraba de la cadena y veía con júbilo cómo aquella pasta engordante se introducía esta vez por lo más profundo de aquel bendito agujero…
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