Porque el amor tiene algo de orgánico...
Cuando las raíces que sustentan el corazón se pudren
su rancia salvia recorre nuestras venas una vez más
ahuecando las esperanzas
de la vida eterna, del amor eterno.
El gusano que habita en ellas despierta,
y devora con enfermiza voracidad las ramas del amor.
Caen las enredaderas del alma
sobre la ciénaga de la ilusión corrompida por la traición,
¿una vida eterna?, ¿un amor eterno?
El dolor y el placer se unen latido a latido,
fusionándose en un letal fluido tóxico
para atormentar nuestros pensamientos salvajes
una vida eterna, un amor eterno…
Nuestros despojos sibilinos
son engullidos por el hambriento helminto…
una vida eterna
un amor eterno,
un pasado anclado
a un futuro presente
que
nunca
llega…
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